Papel en Blanco

Estaba sentado en su escritorio, como cada mañana. Frente a él, aquel papel en blanco no parecía dispuesto a ponérselo fácil.

– ¿Dónde está mi inspiración? – se preguntaba.

A través de la ventana, el ruido de los coches, las voces de aquellos que caminaban por la calle y el sofocante calor, no le ayudaban a dejar volar su imaginación.

– Estoy realmente perdido – pensó.

Casi sin darse cuenta escribió en aquel papel en blanco: “ESTOY PERDIDO”. Se dejó llevar por no sabía qué impulso que le llevo a fabricar un avión, con aquella hoja, y lanzarlo a por la ventana.

 

El avión cayó a los pies del repartidor del supermercado de la esquina. Éste lo abrió y asintió con la cabeza al leer aquellas palabras. A continuación tomó el bolígrafo que llevaba tras la oreja y escribió:

– HOY ES MI ÚLTIMO DÍA DE TRABAJO.

 

El hombre rehízo el avión y, cuando subió a su camioneta, lo lazó por los aires. Éste planeó hasta caer sobre un banco del parque en el que se encontraba sentada una jovencita de ojos llorosos. La muchacha abrió el avión y leyó asintiendo con la cabeza. A continuación, buscó en su bolso algo para escribir, el lápiz de ojos le serviría, y añadió:

– ACABO DE ROMPER CON MI PAREJA.

 

La chica hizo de nuevo el avión y lo lazó. Al otro lado del parque, a un joven estudiante apresurado le cayó el avión de papel sobre la montaña de libros que sostenía entre sus brazos. El chico deshizo el avión y, tras leerlo asintiendo con su cabeza, escribió:

– NO ENCUENTRO MI VOCACIÓN.

 

El joven volvió a armar el avión y lo lanzó con fuerza por las alturas. En la calle frente al parque, una ancianita se encontraba, como de costumbre, sentada en su hamaca en la puerta de su casa, contemplando el paso de los coches y el vaivén de los niños. El avión llegó a sus pies. La mujer lo sostuvo extrañada entre sus manos y, entonces, apreció que en su interior llevaba algo escrito. Lo abrió y asintió con la cabeza al tiempo que leía aquellas frases. Entonces pidió a su nieto que le prestase un lápiz:

– TENGO 90 AÑOS. CADA DÍA ES UN REGALO PARA PERDERME, A TRAVÉS DEL TIEMPO, CONTEMPLANDO LA SENCILLEZ DEL MUNDO QUE ME RODEA.

 

La anciana no sabía hacer aviones de papel así que volvió a pedir ayuda a su nieto, esta vez para que rehiciera el avión y lo lanzase. El niño así lo hizo, aunque no pudo evitar decorar sus alas antes de lanzarlo:

– LÍNEAS AÉREAS DEL BARRIO DE SANTA FÉ.

 

Varios días después, un escritor paseaba por las calles de su barrio y tropezó con algo que le resultó familiar: ¡un avión de papel perdido! Lo agarró con una mano y con la otra lo desplegó. Leyó lo que sus vecinos habían escrito y, cómo no, asintió con la cabeza al tiempo que esbozaba una grata sonrisa.

 

REFLEXIÓN:

Paul Watzlawick, padre de la terapia familiar y sistémica, fue uno de los autores de la Teoría de la Comunicación humana. Uno de los cinco axiomas que el autor establece en su teoría dice así:

Es imposible no comunicarse: todo comportamiento es una forma de comunicación. Como no existe forma contraria al comportamiento (“no comportamiento” o “anticomportamiento”), tampoco existe “no comunicación”.

La historia del avión de papel nos ilustra este hecho que nos relataba Watzlawick, queramos o no, los seres humanos nos comunicamos entre nosotros más allá de lo que nuestra propia consciencia se percata. Estamos aquí, compartiendo espacios, tiempos, vidas, anhelos…

Este cuento nos invita a abrirnos al mundo… aunque sea para decir que estamos perdidos… aunque sea sin decir una sola palabra.

2 comentarios en “Papel en Blanco

  1. Abrirnos al mundo… qué importante es eso. A veces nos aislamos pretendiendo escribir algo bueno y las ideas no fluyen precisamente por la falta de comunicación. cuando conversamos con alguien, aunque sea una persona que acabamos de conocer, aprendemos mucho de ella y de ahí surgen historias maravillosas en nuestro cerebro. La mejor historia es la vida misma. Saludos, María.

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